#ArmeniosenArgentina, por Andrea Vaccarezza*
Esta semana, #ArmeniosenArgentina nos lleva hasta la provincia de Corrientes, a la ciudad homónima, la más antigua de la región noreste del país. Y es que acaba de cumplir, nada más y nada menos, que 427 años, estableciéndose abril como el “Mes de Corrientes”. Bajo las premisas de historia, cultura, identidad y memoria, se llevaron adelante diversas actividades culturales en conmemoración al aniversario de su acto fundacional en 1588 por Juan Torres de Vera y Aragón. Así, el mes de abril se tornó doblemente importante para los armenios correntinos. No solo porque coincidió con el 100 aniversario del Genocidio sino también porque parece haberse logrado un renacimiento de la comunidad armenia local durante esos días.
Más allá de las instituciones
La comunidad armenia de Corrientes nunca estuvo organizada bajo las normas y/o reglas de una institución formal y, sin embargo, la cultura y la historia de la Madre Tierra están muy presentes. Esto es porque siempre primó entre este pequeño grupo personas uno de los valores más genuinos y fundamentales en la vida: la familia.
“Siempre hubo un acercamiento entre familias muy importante, fue una relación primaria, de familia. Nunca viví la cultura armenia como una imposición o una cuestión que habia que armar.
Siempre estuvo muy incorporado a la identidad. Me crié con eso y no puedo identificar si había algo armado o no”, sostiene el correntino Vartan Nakaschian, recién llegado de Madrid luego de 10 años.
En una conversación amena con café y chipa de por medio, el recuerdo de los mayores se hace presente de inmediato. Entre los integrantes emblemáticos de la comunidad armenia en particular y, de la cultura correntina en general, se destaca Eduardo Sefereian, fallecido en febrero pasado a los 88 años. Hasta hace muy poco, Don Eduardo estuvo al mando de la hilandería Tipiotí, empresa fundada por su padre y su tío en los años 40 del siglo pasado y pionera en el proceso de crecimiento e industrialización de Corrientes. También tuvo una fuerte pasión por el fútbol y lo expresó con la creación del Club Mandiyú, una institución deportiva que dio grandes alegrías a la población correntina. Su nombre y su accionar forman parte de la historia de Corrientes, de la Comunidad Armenia local y trascienden a todo el país y al mundo.
Otras personalidades de la generación de Don Eduardo, Roberto Nakaschian y Jean Dilsizian, entre otros, conforman el baluarte para las generaciones actuales, ya que fueron ellos quienes transmitieron fuertemente lo que hoy viven y sienten como armeneidad. La calle Junín solía ser un espacio de trabajo y de encuentro ya que, “en un misma cuadra estaban el abuelo de Vartan, en la otra cuadra estaban los Masis (Youssefian) y en la otra cuadra estaba papá”, sostiene Juan Carlos Dilsizian mientras recuerda junto a su hermano Jorge la personalidad amistosa y entusiasta de su padre, Jean. El dominó y el café armenio eran algunos de los intermediarios sociales infaltables por aquellas épocas. También aparecen anécdotas más insólitas y divertidas como cuando el equipo de fútbol de Armenia visitó Corrientes para jugar contra el equipo correntino Mandiyú y arribó con un oficial de la KGB. Y cómo olvidar las presencias del Circo de Moscú con su payaso armenio o las cenas de cada 24 de abril en el Hotel Turismo con comida típica armenia traída especialmente desde Buenos Aires por el Sr. Seferian.