En el mundo hay alrededor de un millón de yazidíes, la mitad de los cuales han emprendido su huida. Originariamente, se instalaron en el norte de Irak y Siria, pero también en el sudeste de Turquía, donde alguna vez vivieron los armenios. En la actualidad, la mayor parte de las regiones yazidíes están bajo el control del EI.
“Tanto la historia de los armenios como la de los yazidíes son historias signadas por la tristeza: los dos pueblos comparten el mismo sufrimiento debido a la persecución. Recuerdo cuando mi abuela me contaba que había acogido armenios por aquellos tiempos, allí por el año 1914, cuando eran perseguidos. Los yazidíes y los armenios se ofrecían protección mutua. Desafortunadamente, nuestros ancestros no pudieron llevar una vida digna debido a la constante amenaza que sufrían en los países musulmanes que constituían su hogar. Mi abuela también me dijo que prefería hacer sus compras en los sitios que eran propiedad de los armenios”, recuerda Düzen. A diferencia de los armenios, a los yazidíes se los perdonó, en gran parte, de las matanzas genocidas ocurridas hace 100 años.
“Creo que se lo puede atribuir al hecho de que siempre vivieron totalmente recluidos, manteniendo su vida religiosa en secreto. Siempre se mantuvieron alejados de la vida pública y de la educación. Durante más de 1000 años, los yazidíes han practicado su religión apolítica, transmitiéndola, de forma oral, de generación en generación. Prefirieron no enviar a sus hijos al colegio por miedo a la islamización, mientras que los armenios siempre le dieron mucha importancia a la educación e insistían en vivir su religión abiertamente y en sentirse orgullosos de sus orígenes. Lo cual ocasionó su ruina,” dice Düzen.
Aunque los yazidíes hayan mantenido un perfil bajo, fueron golpeados una y otra vez: en el transcurso de la historia, hubo hasta 72 matanzas perpetradas contra esta minoría religiosa. “Recién ahora el mundo es conciente de las tácticas terroristas y salvajes que utiliza el EI, pero ya hace mucho tiempo que los yazidíes están acostumbrados a eso”, dice Düzen.
“La única diferencia entre el Genocidio Yazidí y el Armenio está en las cifras: mientras que el primero puede haberse cobrado relativamente pocas víctimas, el último costó la vida de un millón y medio de personas. ¿Cómo se explican las violaciones de niñas de 8 años? ¿Cómo se los mira a los ojos a aquellos niños que perdieron a sus padres en minutos, sin otra razón que por ser yazidíes, como yo? Con mi propia cámara registré las atrocidades para que en el futuro nadie pueda aducir ignorancia. Estoy convencida de que todos somos responsables de lo que vemos”, explica Düzen.