Por Lala Toutonian
Somos la traducción de un sueño que Dios no puede recordar.
Emmanuel Taub
Sin demasiada precisión arqueológica, ubicaremos al egipcio como el primer alfabeto ya que resulta el disparador de lo que fueron futuras lenguas como el latín y el griego, que se inspiraron en sus jeroglíficos. La necesidad de comunicación del hombre más allá del habla, lo lleva a transmitir su pensamiento a través de una escritura. Nada menos. Loas a quienes se ocuparon de ello, loas a Mesrob Mashtots quien creó el alfabeto armenio. Aquí su historia, un pequeño homenaje.
Se sabe que Mesrob Mashtots nació en el año 360 DC en Hatsik, Armenia –hoy Mush Turquía- y murió en Vagharshapat el 17 de febrero de 440. Consabido lingüista, dedicado monje y estudioso teólogo, Mashtots dio el puntapié inicial de lo que sería la era de oro de la literatura cristiana. Discípulo del patriarca Nersés I, estudió lenguas clásicas como el griego, el persa y el fenicio y fue soldado en las batallas contra el Imperio Romano y Persia y hasta secretario personal del rey Cosroes III para quien redactaba sus edictos reales. Su devoción espiritual lo llevó a abandonar esta vida y decide tomar los hábitos. Así, se embarcó en austeridades dignas de la espiritualidad y soportó con entereza el hambre y la sed, el frío y la pobreza. Armenia ya era cristiana en ese momento: Gregorio el Iluminador, luego canonizado, se había convertido al cristianismo en Cesárea de Capadocia, fue desterrado y a su vuelta convenció al rey Tirídates lll de su fe. La tierra estaba dividida entre persas y romanos y tanta revuelta desequilibraba la unidad formativa: urgía fortalecer el cristianismo para hacer frente al paganismo. Mashtots fue quien entendió que la revolución debía ser cultural y no bélica. Viajó por todo el norte de la zona mesopotámica, consultó diferentes alfabetos, se embarcó en largos diálogos con eruditos persas y griegos hasta lograr crear un alfabeto propiamente armenio. Cuenta la leyenda que fue recibido con honores en su retorno a Armenia y a orillas del río Rah, el mismo rey, el pueblo entero y el clero le rindieron pleitesía. Con los treinta y seis caracteres que componían este abecedario (más tarde se agregarían dos últimas letras: o -la o- y f -la efe-) se dispuso a su primera gran labor: la traducción al armenio de la Biblia y así lograr este primer impulso que le encomendó semejante tarea, la de la unión cultural para hacer frente al sediento de poder y territorio. La precisión del nuevo alfabeto, dados los requerimientos tan puntuales de la fonética armenia, fue tan perfecta que aún hoy se mantiene intacto.
El mismo rey Vramshapuh y el Catolicós (primado mayor de la Iglesia armenia) Sahág Partev colaboraron con Mesrob Mashtots en esta empresa dando cuenta que la urgencia cultural era también estatal y eclesiástica. También esto llevaría a la independencia religiosa, ya que el armenio lograría separarse de la iglesia griega y de la persa. Junto a sus discípulos, en el 410 Mashtots tradujo las Santas Escrituras del griego antiguo al armenio (se cree que un griego llamado Rufanos lo habría ayudado) y una serie de libros religiosos, abrió escuelas y monasterios donde impartir la educación y la religión que lo ocupaba tanto en su lugar de origen como en el resto de la vasta Mesopotamia, Constantinopla, la costa oriental del Mar Negro y Alejandría. Enfrascados en tanta traducción de himnos, rezos e investigación bíblica, Mesrbo Mashtots es considerado el fundador de la liturgia nacional armenia. Aunque no fue únicamente la Biblia de los primeros textos leídos en armenio. Obras de carácter secular como las de los griegos clásicos (Aristóteles, Diodoro, Probo, Porfirio y largo etcétera) también fueron febrilmente trabajadas. Comienzan las primeras producciones en su propio idioma, por supuesto como Historia de la conversión de Armenia, de Gregorio el Iluminador o Contra las sectas, de Eznik de Kolb, un valiosísimo tratado sobre las amenazas que se cernían sobre el cristianismo en esos primeros tiempos. La creación del alfabeto resulta inmediatamente contemporánea al origen de la literatura armenia, lo cual provee al pueblo de un espíritu nacional común. El resultado de la obra de Mesrob fue separar para siempre al armenio del resto del Este, ser una nación completa sin dependencia cultural persa o griega y fortalecerse como cristiandad y alejarse de los paganos que seguían los escritos de Zaratustra.
De no lograr una libertad cultural, las minorías étnicas siempre son absorbidas por el Imperio. La tradición religiosa, tan estrechamente arraigada a la historia misma armenia (el Arca de Noé encallada en el monte Ararat resulta de una realidad tal que es parte de esta historia armenia justamente), revela que las letras le fueron enviadas por Dios a Mesrob Mashtots en pleno arrobo espiritual y así está plasmada en cada pintura de cada iglesia armenia alrededor del mundo. Porque la verdadera independencia es cultural: una lengua representativa, un arte tan precisamente característico, una literatura emblemática, una voz frente al mundo. Mashtots dotó de lexía a una etnia, a una tribu que se la intentó callar y a pesar de la enfrenta, gritó en su nombre.
Tras una vida entera dedicada exclusivamente al fomento de la cultura armenia, murió el 17 de febrero del año 440 y fue enterrado en la aldea de Oshakán y en su tumba fue erigido un templo con el nombre de Santo Traductor, hoy y desde siempre, un lugar de peregrinaje para todos sus herederos culturales.