GARABED ANTRANIKIAN: LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ES MÁS IMPORTANTE QUE EL IQ

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El mundialmente conocido microbiólogo y profesor doctorado Garabed Antranikian es el presidente de la Universidad Tecnológica de Hamburgo en la ciudad epónima del norte de Alemania. Ha recibido múltiples premios, entre ellos el codiciado galardón europeo otorgado por la Fundación Alemana del Medio Ambiente. Descendiente de sobrevivientes del Genocidio Armenio, realiza investigaciones sobre los microorganismos que son capaces de soportar condiciones extremas.   

El profesor Antranikian es reconocido por impulsar el desarrollo de la Universidad y la implementación de nuevos métodos de enseñanza. “Como siempre digo, el coeficiente intelectual es importante, pero el coeficiente emocional, la inteligencia emocional, es aún más importante. Se necesita de ambos para alcanzar el éxito. En Alemania es común que los alumnos se especialicen en un tema, pero aquí en la universidad TUHH aprenden más que eso.,Por ejemplo, aprenden habilidades sociales, psicología, sociología e idiomas…El conocimiento solo no nos lleva a ninguna parte”, cree Antranikian.

 

Un zigzagueante camino hacia Alemania

Cuando nació, sus posibilidades de progresar eran entre escasas y nulas. “En Jordania había escuelas públicas comunes y algunas escuelas privadas, entre ellas una escuela inglesa. Si uno no iba a una buena escuela, no podía ir a la universidad. Sabía que tenía que estudiar sí o sí y que recibir una educación en un colegio inglés era un requisito, pero también sabía que era muy costoso”, recuerda. Un cierto día le pregunté a mi madre, quien trabajaba como sastre en la Embajada Británica, que le pidiera a la esposa del embajador, la Señora Parker, ayuda para poder ir a la escuela inglesa. A Garabed le permitieron asistir a la escuela de forma gratuita.     

Después de la graduación sólo algunos de los aspirantes de Jordania fueron aceptados en la Universidad Norteamericana de Beirut, la mejor universidad de elite del Medio Oriente. Antranikian fue uno de los tres estudiantes de la escuela inglesa que fue admitido. Con los pocos ahorros de su padre en el bolsillo, se fue al Líbano a los 18 años. Las becas cubrían sólo parte de la cuota, por lo que se vio obligado a conseguir varios trabajos de estudiante, a menudo a expensas de lograr un sueño reparador. 

En ese momento, en la década de 1970, el Líbano estaba asediado por la guerra civil. Antranikian estaba terminando un programa de posgrado en biología y con miras a realizar un doctorado en Estados Unidos, cuando la situación se salió de control. “Había gente armada por todas partes y estaban disparando. Estaban en el campus también”, recuerda. “La Embajada Norteamericana estaba, tal vez, a poco más de media milla del campus. Intenté correr hasta allí. Como las balas volaban en todas las direcciones, corrí por todo el lugar, en zigzag, escondiéndome detrás de los árboles. Tras el tercer intento me di por vencido y observé a mi alrededor para ver qué había más cerca”. A sólo unos pasos de donde se encontraba, entre los gruesos troncos de los árboles, divisó la Embajada Alemana. Se coló dentro. Prontamente le dieron una visa de estudiante y una beca. A los 24 años se inscribió en la Universidad Georg-August de Gotinga, donde obtuvo el doctorado en la Facultad de Microbiología y Genética. Su inusitada historia le valió aparecer en las páginas del periódico de la región Göttinger Zeitung.

 

Cuando lo extremo es bueno

En la actualidad, su equipo de investigadores trabaja en estrecha colaboración con científicos japoneses, intentando encontrar microorganismos robustos en aguas termales en ebullición. Las encimas de los microorganismos que necesitan condiciones extremas para sobrevivir se pueden utilizar como componentes de detergentes para la ropa y en las industrias farmacéutica y química. “Lo importante es abrir nuevos caminos, al igual que lo hacemos en todos los aspectos de la vida. Los patrones establecidos nunca produjeron nada nuevo. Cuando intentamos hacer las cosas de un modo diferente o innovador no está mal, ¿cierto?”, bromea. “Es necesario que la industria arroje la menor cantidad posible de contaminantes y que desarrolle procesos más eficientes y ecológicos. Nuestro objetivo a largo plazo es generar una base biológica para todo lo que aún se produce con químicos y, así, en primer lugar, evitar los contaminantes”. La tecnología en la que está trabajando Antranikian puede aplicarse a todos los sectores, desde la industria del cuero y la cosmetología, hasta la limpieza de los océanos.    

Antranikian sigue siendo un visionario. “Una de las visiones para el futuro es la utilización de recursos renovables. El petróleo y el gas se pueden reemplazar por recursos renovables como la biomasa, madera o materia vegetal sin usar. Los subproductos y los desechos pueden reciclarse y convertirse en productos de alta calidad por medio de la aplicación de encimas y microorganismos. Esto se podrá realizar en los próximos 10 o 20 años: todo lo que tenemos que hacer es encontrar nuevas bacterias en la naturaleza. Hoy conocemos tal vez el 1% de todas las bacterias que existen. La mayor parte es territorio inexplorado”.

Garabed Antranikian ha estado realizando investigaciones en aguas termales, en volcanes sulfurosos, en lagos salinos y en el hielo ártico por más de 30 años. Este año también está decidido a realizar nuevos descubrimientos. 

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Microbiólogo alemán y presidente de la Universidad Tecnológica de Hamburgo