Iglesia armenia de San Pablo, Brasil |
Uno de los objetivos que busca Isabella con este documental es conectar entre sí estas diásporas. Como un pueblo cuya mayoría vive fuera de su país, Isabella ve la necesidad de un hilo conector: “quiero ayudar a los armenios del mundo a que sepan uno sobre otro, para inspirarlos a continuar con su causa. Nuestras historias son tan similares e interconectadas… pero, al mismo tiempo son tan aisladas unas de otras que pueden perderse, a menos que estén conectadas”, afirma la directora.
Con imágenes que recorren Armenia y Artsakh, el film cuenta con testimonios de los integrantes de las colectividades que expresan su vivencia, tanto en sus sociedades locales como con Armenia. Aquí se pone en juego la identidad, especialmente la de los jóvenes que ya son cuarta generación, quienes conjugan la pertenencia a su país de nacimiento y a sus raíces armenias. Muchos de ellos nunca visitaron la madre patria o no hablan el idioma, pero mantienen las tradiciones vivas y se sienten armenios. Es claro que aquí el factor unificador es la fuerte cultura armenia que se ha transmitido de generación en generación, y es donde hace foco la película.