Christopher Atamian
Soy escritor, traductor, artista de cine y vivo en Nueva York, ciudad donde nací y crecí. Tengo ascendencia armenia por parte de padre: él nació en Zahleh, Líbano. Mi madre es italiana, aunque viene de Ginebra, Suiza, donde se mudó de niña, luego de su nacimiento en la pequeña aldea de Losone, cerca de Lugano.
Mi trabajo como traductor se concentra principalmente (aunque no exclusivamente) en la cultura y la literatura armenias. Cinco de los seis libros que traduje tratan de la temática armenia, como la obra trascendental de Krikor Beledian, “50 Years of Armenian Literature in France” (“50 años de literatura armenia en Francia”) que saldrá a la venta en 2016. Traduzco principalmente del francés, aunque la traducción que realicé en 2013 de “The Bois de Vincennes” (“El bosque de Vincennes”) de Nigoghos Sarafian, fue a partir de un texto en armenio occidental.
Estoy profundamente comprometido con ayudar a revivir el armenio occidental, un idioma que recientemente ingresó a la lista de las “lenguas en peligro” de las Naciones Unidas.
También escribí y produje cortometrajes y videos de música. En 2009, participé como artista en la Bienal de Venecia con mi video “Sarafian’s Desire” (“El deseo de Sarafian”). Fui el productor de la maravillosa obra “Dear Armen” (“Querido Armen”), en la ciudad de Nueva York, en 2014, y de la obra ganadora del premio OBIE “Trouble in Paradise” (“Problemas en el paraíso”). Escribí una novela, “Speaking French” (“Hablando francés”), y también escribí para The New York Times, The Huffington Post y Daily Star de Beirut.
Actualmente, estoy trabajando en mi segunda novela y estoy escribiendo, dirigiendo y produciendo varias películas y musicales. Enseño cine en la Universidad de Nueva York y estoy honrado de que mi trabajo en el tópico de la cultura armenia haya sido recientemente reconocido con la Medalla de Honor Ellis Island 2015.
Missak Manouchian y el Ejército del Crimen
La historia de mi familia se compone de, al menos, dos relatos diferentes del Genocidio Armenio. Mi tío abuelo segundo (el primo hermano de mi abuelo) fue el escritor y revolucionario francés Missak Manouchian, quien era el comisionado militar y líder del FTP-MOI, también conocido como “l’Armee du Crime” (“El ejército del crimen”), uno de los grupos más activos de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial. Su historia llegó a la pantalla grande en un notable film de 2009 del director francés Robert Guedikian.
Missak Manouchian |
Nacido en 1906, en Adiyaman, en el vilayato de Kharberd del Imperio Otomano, vio morir a gran parte de su familia en el Genocidio Armenio de 1915, pero sobrevivió de milagro y logró escaparse al Líbano. Fue ingresado en un orfanato en Jounieh, cerca de Beirut y finalmente llegó a París, Francia, en 1925.
Los nombres de Missak y Karapet Manouchian (números 6 y 7) en un listado de huérfanos, del orfanato Jounieh, en El Líbano. Cortesía del Archivo Nacional de Armenia. |
Luego se casó con una muchacha armenia llamada Melineh Assadourian, trabajaba como operador de torno en una planta de Citroën y se convirtió en miembro de movimientos sindicalistas y comunistas. Fue el fundador de varios periódicos y revistas de izquierda, redactadas en armenio occidental, como Chank (“Esfuerzo”), Zangou (llamada así por un río de Armenia) y Mshaguyt (“Cultura”). Se convirtió en un reconocido poeta y formó parte de la escuela Menk (“Nosotros”), también conocida como Parizi Tbrots o “Escuela de Paris”, en la cual se gestó un nuevo movimiento literario y lingüístico de armenio occidental, aunque sus miembros – todos ellos sobrevivientes del Genocidio Armenio – vivían en Francia en ese entonces.
Luego de la ocupación de Francia por parte del ejército Nazi, Manouchian fue arrestado por sus actividades antifascistas y enviado a un campo de concentración, pero logró escaparse y continuar su lucha.
Se convirtió en el líder del admirable grupo clandestino de resistencia mencionado anteriormente, que estaba constituido por comunistas armenios, franceses, polacos, italianos y judíos que lucharon contra el ejército Nazi.
Estos valientes hombres y mujeres asesinaron oficiales Nazis, atacaron sus cuarteles y escalafones militares, les develaron información secreta a los aliados y protegieron a los judíos y otros refugiados. En noviembre de 1943, los miembros del grupo fueron atrapados y torturados por los alemanes, para ser finalmente ejecutados por un pelotón de fusilamiento el día 21 de febrero de 1944. Se dice que a medida que caían, cada uno de ellos exclamaba, “Pour la Gloire de la France” (“Por la gloria de Francia”). Dos horas antes de su ejecución, en una carta de despedida a su mujer, Manouchian escribió las siguientes líneas: “En unas horas estaré muerto… es difícil creerlo, pero sé que no volveré a verte… Una vez que acabe la guerra, con la ayuda de los amigos que me quieran rememorar, por favor publica mis poemas… Y si puedes, envía mis saludos a Armenia”.
Missak Manouchian |
Mi tío jugó un papel tan preponderante que ahora al grupo también se lo conoce como “Le Groupe Manouchian” (“El grupo Manouchian”). Hay calles y plazas que llevan el nombre del grupo o el nombre del mismo Manouchian, en París (en los distritos XX y XIV), Issy-les-Moulineaux, Marsella y Ereván. En homenaje a los servicios que prestaron a Francia y a la humanidad, también fueron inmortalizados en el poema de Louis Aragon llamado “Strophes pour se Souvenir” (“Estrofas para recordar”) convertida en canción por Leo Ferre.
Decir que estoy orgulloso de que Missak sea mi pariente (aunque sea lejano) es un suave eufemismo. Él marcó la diferencia en el mundo y no permitió que las atrocidades que vivió en 1915 le evitaran salir adelante y llevarse consigo el idioma y la cultura armenias. Como dicen en Armenia, “Genadsset. ¡Por la vida!”
Bedros Atamian: fedayee, orfebre y fabricante de licores
La otra historia que encuentro fascinante es la de mi abuelo paterno, Bedros Atamian. Parece ser que antes de ser Atamian, nuestro apellido había sido cambiado de Vosgeritchian a Kouyoumdji – el primero significa “orfebre” en armenio y el segundo es un apellido turco que significa “joyero.” Los cambios se realizaban para proteger a la familia de las persecuciones cuando comenzara la siguiente redada de armenios.
En tres oportunidades, la policía turca lo localizó e intentó arrestarlo. En las tres oportunidades logró escapar.
Finalmente, llegó a Zahleh, en las montañas de Chouf, Líbano. Para ese momento, ya había ganado suficiente dinero con la venta de sus juegos de plata como para fundar un pequeño “oghi”, o fábrica de ouzo, en Zahleh. Desde allí, pidió buscar una esposa de un orfanato de Alepo, repleto de “remanentes de la espada”, de niños y mujeres armenias que habían quedado sin familia. Se casaron y tuvieron cuatro hermosos hijos, los cuales llevaron vidas fructíferas en el Líbano y luego en Occidente: mi padre, Georges, se convirtió en periodista y gerente de los hoteles Plaza y Saint Regis de Nueva York; mi tío Dede, llegó a ser un exitoso banquero en Beirut; mi tía Maro, una pelirroja deslumbrante, trabajó durante muchos años en Middle Eastern Airlines y mi tía Reine, fue ama de casa y la típica madre armenia. De ellos tengo tres primos, Mikael, Raffi y Bedig.
Agradecido y mirando al futuro
Un día, mi tía Maro me contó una triste historia que me hizo acordar al personaje de la abuela en la película “My Big Fat Greek Wedding” (“Mi gran boda griega”), que enloqueció y a menudo sale corriendo cuando piensa que los turcos están invadiendo de nuevo su aldea, aunque ahora vive con su familia en la comodidad de su hogar en Astoria, Queens. “Tu abuela Vartanoush, que era muy dulce, se despertaba a veces en el medio de la noche, gritando con todas sus fuerzas porque creía que los turcos venían a matar a su familia de nuevo”.
Christopher Atamian en 4to grado en Lycée Francais de New York, tercero desde la izquierda, en la fila superior. |
Soy plenamente consciente de la deuda que Turquía tiene con los armenios, pero también soy consiente de que sin los árabes y turcos de bien, que ayudaron a mi abuelo a realizar el largo periplo desde Adiyaman al Líbano, mi familia no estaría hoy acá. Así que le agradezco al universo por ellos y le agradezco al universo por los armenios valientes y admirables que aprendieron a sobrevivir a través de los siglos.