Yves Kernaleguen
El 24 de abril de 2010, en la ciudad francesa de Beuzec-Cap-Sizun, distrito de Finistèrre, se celebró una ceremonia donde se descubrió una placa conmemorativa a las víctimas del Genocidio Armenio. Fue allí donde Yves Kernaleguen conoció a Georges Kevorkian. Kevorkian, ex ingeniero en jefe del Ministerio de Defensa, devenido en historiador, era un símbolo viviente de la amistad armenia-bretona. Con la ayuda de Kevorkian, Yves se sumergió en los acontecimientos centenarios del Genocidio.
Los marineros bretones que lucharon en la Primera Guerra Mundial no querían compartir las vivencias de ese difícil período de su juventud con sus seres queridos. “Ellos consideraban que habían cumplido con su deber y no tenían ningún deseo de presumir de sus hazañas heroicas”, cuenta Yves.
Como muchos otros, Eugène rara vez hablaba de los años de guerra que pasó en la costa oriental del Mediterráneo. Pero Yves sintió la obligación de compartir la memoria de su antepasado con las generaciones futuras y emprendió la reconstrucción de la historia de su abuelo.
Luego de revisar los archivos de la Marina Francesa, Yves tomó conocimiento del rol que ésta desempeñó en el rescate de armenios que, en septiembre de 1915, estaban sitiados en la cima de la montaña Musa Dagh. También descubrió que su abuelo Eugène, junto con otros marineros bretones, participaron en esta operación heroica.
Eugène Kernaleguen vestido con su uniforme naval |
A bordo del D’Estrées
Eugène Kernaleguen nació en Bretaña el 26 de marzo de 1894 en el puerto pesquero de Douarnenez. Proveniente de una familia donde todos los hombres, generación tras generación, eran marineros o pescadores, su vida estuvo ligada inseparablemente al mar. Se alistó en la marina francesa a comienzos de la Primera Guerra Mundial. A bordo, se encargaba de manejar las sogas, y cuando la nave llegaba a un puerto, su pericia era de mucha utilidad para el amarre. Los marineros se dedicaban a la constante reposición de alimentos y carbón; había muchísimo trabajo.
Cada buque llevaba a bordo entre 800 y 1.000 marineros y ganado para poder proveer a los marineros de carne fresca. Las raciones de agua eran pequeñas y los oficiales intimidaban al resto de los hombres, haciendo que la vida a bordo fuera difícil.
En febrero de 1915 Francia envió sus buques de guerra al Mediterráneo, hacia las costas del Imperio Otomano. El tercer escuadrón de la Marina Francesa patrullaba las costas de Siria con el fin de bloquear el acceso a los puertos otomanos y obstruir cualquier entrega. El joven marinero Eugène Kernaleguen servía a bordo del crucero D’Estrées que formaba parte de este escuadrón.
Eugène Kernaleguen sentado, en el medio |
Tres días y una eternidad
El 8 de septiembre a las 6:30 de la mañana, los centinelas del crucero Guichen advirtieron que los defensores de Musa Dagh flameaban sus banderas en la cima de la montaña. El comandante armenio Pierre Damlakian subió a bordo del crucero de Desaix, llevando una carta que solicitaba asistencia. Los defensores de este bastión armenio se habían quedado sin municiones y no podían seguir luchando contra los ataques turcos.
Se le envió un telegrama al almirante Loius Dartige du Fournet quien arribó en otro crucero, Jeanne d’Arc, y se convocó un consejo de guerra. Fuerzas de desembarco fueron enviadas a tierra para garantizar la seguridad de la costa y establecer contacto con los civiles armenios.
Pierre Damlakian |
La operación de rescate comenzó el 10 de septiembre. Los cruceros Guichen y D’Estrées, los cruceros acorazados Amiral Charner y Desaix, y el crucero auxiliar Foudre, navegaron hacia la costa, recogiendo a mujeres, niños, ancianos y combatientes que estaban todos apiñados en balsas hechas a mano.
Eugène formaba parte del equipo de desembarco y durante 16 horas entregó suministros y participó en la evacuación, recogiendo a los refugiados en tierra y enviándolos en botes a las naves de guerra.
El 24 de abril de 2010, la asociación Armenia-Breton, Menez Ararat, erigió una placa conmemorativa en honor a las víctimas del Genocidio Armenio en la comuna Beuzec-Cap-Sizun |
D’Estrées y Foudre, que se aproximaron a Musa Dagh en la mañana del 12 de septiembre, fueron los primeros en dejar la costa. Llegaron a Puerto Saíd 48 horas más tarde.
La tumba de Eugène Kernaleguen en el cementerio Douarnenez |
En una carta con fecha 22 de septiembre de 1915, dirigida al almirante Darrieux, el capitán de corbeta Jourdan de la Passadière del D’Estrées, pidió un premio para los diez marineros, entre ellos Eugène Kernaleguen, “por el esfuerzo realizado y por haber demostrado una gran dedicación en el proceso de embarque de los refugiados”.
Eugène no sintió que este logro fuera algo especial. Dejó el servicio militar después de la guerra y volvió a su vida de pescador en Douarnenez. Trabajó incansablemente por el resto de sus días, a menudo navegando miles de kilómetros hasta las costas de Mauritania para pescar langostas.
Eugène Kernaleguen murió el 24 de abril de 1956. “No llegué a conocer a mi abuelo, pero sentí un gran orgullo cuando supe lo que hizo en 1915”, concluye Yves Kernaleguen.