Liliám Kechichian

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En el puerto de Montevideo se ubica el edificio del Ministerio de Turismo y Deporte. Al subir al segundo piso, hay un despacho donde luce solemne la bandera de Uruguay, las paredes exhiben diversas fotografías, un ramo de flores perfuma el ambiente, un escritorio delante de la ventana con vistas al puerto soporta carpetas y papeles. Allí se sienta Liliám Kechichian, una mujer sonriente, luchadora y con raíces armenias, actual Ministra de Turismo y Deporte. Detrás de sus ojos expresivos, guarda una historia familiar de supervivencia, perseverancia y trabajo que marcó su vida personal y su carrera política.
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En el puerto de Montevideo se ubica el edificio del Ministerio de Turismo y Deporte. Al subir al segundo piso, hay un despacho donde luce solemne la bandera de Uruguay, las paredes exhiben diversas fotografías, un ramo de flores perfuma el ambiente, un escritorio delante de la ventana con vistas al puerto soporta carpetas y papeles. Allí se sienta Liliám Kechichian, una mujer sonriente, luchadora y con raíces armenias, actual Ministra de Turismo y Deporte. Detrás de sus ojos expresivos, guarda una historia familiar de supervivencia, perseverancia y trabajo que marcó su vida personal y su carrera política.
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Su familia, originaria de Yozgat (actual Turquía), llegó a Latinoamérica en carácter de refugiada del primer genocidio del siglo XX, luego de ser arrancados de sus hogares y forzados a marchar en el desierto, en las tristemente conocidas “caravanas de la muerte”. La ciudad de Yozgat contaba con 130.000 habitantes y, tras las matanzas, sobrevivieron poquísimas personas. “Vine al mundo por casualidad”, reflexiona Liliám al recordar que entre aquellos sobrevivientes se encontraban su padre Isaac y sus abuelos Hagop Kechichian y Lucía Sevasian. Sus otros familiares no corrieron la misma suerte, pues sus tíos fueron degollados y sus primos perecieron de hambre en el desierto. Isaac tenía tan solo dos años cuando, luego de un trayecto lleno de sufrimiento, hambre y dolor, lograron llegar a Beirut en 1919.  “No puedo decir otra cosa que no sean palabras de gratitud hacia El Líbano”, dice Liliám y recuerda: “Durante los 18 años que compartí con mi padre, puedo asegurar que adoraba a los libaneses. Siempre tenía palabras de agradecimiento hacia ellos. Habían sido muy generosos, muy solidarios y muy hospitalarios. Él siempre contaba que trataban bien a las mujeres, puesto que había visto lo que hacían los turcos con ellas: las maltrataban y violaban”.

 

 

Como muchas otras familias armenias, los Kechichian buscaban una tierra próspera y pacífica donde continuar su vida. Habían escuchado mucho sobre la entonces lejana Uruguay y así fue que, en 1921 y junto con otros compatriotas, decidieron emprender el largo camino hacia América del Sur. La travesía en barco duró 50 días, durante los cuales el miedo y el hambre no se hicieron ausentes, pues lo único que pudo comer Isaak fue chocolate, en contadas ocasiones. Esta dolorosa experiencia lo determinó e influyó en la educación de sus hijas: “Papá nunca permitía que tiráramos comida, ni un pedacito. Cuando decíamos que teníamos hambre, nos corregía diciendo ‘ustedes no tienen hambre, tienen apetito. Hambre es lo que pasamos nosotros”.

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Vista de Yozgat, a comienzos del siglo.

De Yozgat al Río de la Plata

Una vez en Montevideo, los Kechichian se instalaron en El Cerro, lugar en el que ya vivían muchos inmigrantes. Era una tierra que les había abierto las puertas sin restricción alguna: “Siempre estuvieron agradecidos al pueblo uruguayo, a este país que los acogió como propios”, expresa Liliám. Isaac trabajó como zapatero y hacía un arte de su trabajo. En su local de Malvín, confeccionaba zapatos a medida; hacía zapatillas de ballet y otros zapatos a pedido, además de las habituales enmiendas. Con el tiempo, Isaac adoptó al Uruguay como propio y terminó siendo un uruguayo típico al que le gustaba el mate y el fútbol, pero nunca olvidó sus raíces: “Papá transmitía una profunda tristeza de un pueblo que perdió todo. Tenía cierto asombro de lo que otros seres humanos eran capaces de hacer”, recuerda la Ministra. Sus abuelos, Hagop y Lucía tampoco habían olvidado de dónde venían: “mis abuelos comían siempre matsún (yogur típico armenio), constantemente vestían de negro, rezaban en armenio y lloraban”, como muestra de una herida que nunca dejó de sangrar, en estado aparente de cicatrización. A pesar del intento de exterminio que dejó marcas que aún hoy son visibles, el pueblo armenio conserva un legado inconmensurable y eso se vio reflejado en la educación de Liliám:

“Somos un pueblo milenario y me hace sentir que vengo del fondo de la historia.

Mi papá nos inculcó sus valores: la cultura, la lectura, la música, la danza armenia. Nos transmitió el orgullo por hacer las cosas bien, el compromiso con el trabajo”. 

En 1950 Uruguay salió campeón mundial de fútbol, nada menos que en el mítico estadio Maracaná, tras ganarle la final al seleccionado local, Brasil. La euforia del pueblo charrúa por la victoria obtenida hizo que se volcaran a las calles a celebrar. Durante esos festejos, Isaac conoció a Valentina García, una joven uruguaya oriunda de Sarandí del Yí, del departamento de Durazno: fue amor a primera vista. Al año contrajeron matrimonio y en 1952 y 1954 nacieron sus hijas, Liliám y Graciela, respectivamente. “Nosotras crecimos en un hogar formado por dos personas que se amaban. Vivíamos en un hogar de trabajo y muy felices”, recuerda la hija mayor de Isaac y Valentina.

 

Vida de militancia

En 1971 Liliám tenía 19 años y ya había comenzado sus estudios preparatorios. En ese mismo año, se constituyó en el Uruguay el Frente Amplio, una coalición de centro izquierda a la que ella adhirió en seguida. Ese mismo día, el 26 de marzo, la familia recibió un duro golpe: Isaac falleció de un cáncer fulminante. Para poder sostener a su familia, Liliám se vio obligada a dejar sus estudios y dedicarse al trabajo; se desempeñó como secretaria en casas que vendían artículos del hogar. A pesar de que fueron momentos difíciles, nunca se dejó vencer: “Reivindico mucho el valor del trabajo, a mí me educó mucho”, afirma.
Supo conjugar su vida política con su vida personal y en 1973 se casó con Raúl Carlos González García quienes, más adelante, tuvieron dos hijos: Mariana y Leandro.

Se avecinaban tiempos muy difíciles. En ese mismo año llegó al poder la Dictadura Militar: los gobiernos totalitarios se apoderaron, paulatinamente, de toda América Latina. Durante ese período, Liliám no dejó sus convicciones ni dejó de luchar por sus ideas. Fue militante clandestina y, afortunadamente, no fue presa. Muchos de sus compañeros no corrieron la misma suerte y aún hoy están desaparecidos.

Liliám estuvo siempre en la escena política. Ejerció con éxito y responsabilidad cada cargo que desempeñó, siempre formando parte del Frente Amplio, hasta ser Ministra de Turismo durante el gobierno de José “Pepe” Mujica y, actualmente, reafirmada en el cargo para el próximo período por el presidente electo Tabaré Vazquez.

Durante todos estos años y su carrera política, Liliám siempre ha llevado la bandera de su causa: “He estado, permanentemente, ligada a la lucha por los Derechos Humanos, por la verdad y la justicia. Eso estuvo siempre en mi vida; se afianzó durante la dictadura y continúa hoy, todos los días”, dice con firmeza.

En la historia del pueblo armenio, las mujeres han tenido un rol destacado y esta no es la excepción: Liliám fue la primera diputada de origen armenio en América Latina y ha entrelazado la esencia de sus raíces en la escena política uruguaya.

“Siento que soy armenia y latinoamericana. Es posible conjugar ambas historias y establecer un claro paralelismo entre lo que sucedió hace cien años y las dictaduras que azotaron América Latina”,

expresa Liliám. “Mis raíces han influido en mí, me siento privilegiada y también me siento muy orgullosa de mi apellido”, explica con emoción.

 

Identidad armenia

En 2006, cuando era Diputada, Liliám viajó de visita oficial a Armenia. “Fue una experiencia muy conmovedora y el pueblo me hizo sentir como en casa; son muy amables, muy agasajadores. Ir a Tsitsernakaberd fue de lo más emotivo. El entorno ya me provocó un dolor en el pecho: estaba en un lugar muy bello, lleno de flores, la llama eterna y una música tristísima y bellísima al mismo tiempo. En ese instante sentí que venía de ahí y eso nunca me había pasado”. En 2013 volvió a visitar Armenia como Ministra y, en esta oportunidad, pudo recorrer el interior del país y algunos lugares que no se pueden dejar de visitar como el templo de Garní o la iglesia de Geghart. 

 

Juventud armenia y política

Con su firme convicción, Liliám Kechichian, reflexiona sobre la actualidad de la región y la relación e incidencia que comportan hoy los jóvenes: “Hay que alegrarse de que los jóvenes tomen estas banderas. Esto sucede porque se les supo transmitir la historia; en Uruguay los jóvenes han sido un factor de unidad de la colectividad. Mantienen viva la lucha y tienen buenas lecturas. Creo que la experiencia de ser latinoamericano influye mucho, ya que tenemos historias muy complejas. Esto también es bueno para reivindicar la política. Porque muchas veces se la ve como el uso desmedido de poder y privilegios.

Creo que cuando no hay políticos, hay dictadura, por lo tanto, reivindico la política y a los políticos.

Tenemos que estar a la altura del pueblo, porque la gente deposita en nosotros su confianza. Eso para mí es un compromiso de honor, es por el apellido que tengo, que también me compromete”.

 

Uruguay, pionero en la causa

El 22 de abril de 1965 se sentó un precedente. Mientras muchos países aún no mencionaban el tema, Uruguay promulgó una Ley Nacional, constituyendo el primer reconocimiento público de un gobierno, del Genocidio de los Armenios. La ley N° 13.326 de la República Oriental del Uruguay establece el 24 de abril como “Día de recordación de los Mártires Armenios”.

En 2011, se le encomendó al Ministerio de Educación y Cultura la creación del Museo del Genocidio Armenio, el primero sobre el tema creado por iniciativa estatal, fuera de Armenia. Tendrá como objetivo divulgar  el Genocidio perpetrado contra el pueblo armenio, difundir la cultura armenia en el Uruguay y recopilar información sobre la inmigración armenia radicada en el país. Asimismo, promoverá la defensa de los Derechos Humanos, el trabajo contra los crímenes de lesa humanidad, contra el terrorismo de Estado y el negacionismo.

Para continuar con esta tradición de justicia y, teniendo como bandera los Derechos Humanos, el ex Presidente del Uruguay José “Pepe” Mujica aceptó la invitación de las organizaciones de la colectividad armenia de ese país a integrar, como miembro de honor, la Comisión de Conmemoración del Centenario del Genocidio Armenio. 

 

La historia fue verificada por el Equipo de Investigación de 100 LIVES.

Subtitle: 
Genética multicultural: del Cáucaso a Latinoamérica
Story number: 
19
Author: 
Eugenia Akopian
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